"Aún recuerdo
la mirada cándida de Eva y la sonrisa tierna de Adán,
reflejadas en toda la humanidad"
El compositor
Olor pútrido emana de las trincheras. Suciedad y porquería. Pero no es lo único...también puedo percibir ese aroma tan peculiar ¡el terror, la angustia, la desesperación!
Escucho aquel llanto que se ahoga en lo profundo del corazón; aquellas caras impávidas que dejan escapar en la oscuridad una lagrima por el dolor que perfora el alma. Casi puedo ver como emana de ellas sangre mezclada con pólvora, un sabor popular que acompaña esta guerra.
Todo parece tan absurdo, jamás lo he entendido. Hombres convertidos en despojos alimentándose de su propia carne. Es como si el infierno abriera un camino en esta buena tierra. ¿Por qué sigo observando? , ¿qué me motiva a seguir con esto?
Miro a un hombre que juega con un pequeño objeto en su mano derecha. Lo estruja, lo remueve, lo abraza; casi como si pudiera extraer de ese objeto el calor que tanto le hace falta. Trata nerviosamente de aferrarse a un diminuto fragmento de su lacerada humanidad.
Me muevo entre las alimañas que roen los desperdicios, entre los hombres que sufren, entre la tierra que les resguarda para tal vez nunca volver a ver la luz.
Puedo sentirlo todo, incluso los recuerdos; aquellos pensamientos que viajan a tiempos de un amor dulce ¡Claro, Navidad!
Lo que más extrañan estos hombres no son los festines, o los regalos, o los deseos nunca resueltos. Es simplemente otra cosa...algo de alcohol calienta sus gañotes; que doloroso debe ser todo esto, un vil remedo de verdadera dicha.
Oscuridad inmensa que los devora, especialmente aquel individuo que se ha dejado dominar por ella. Sus pensamientos son diferentes, son erráticos, son tan tristes; piensa darle fin a todo esto atentando contra su propia vida.
¡Que miserable es la guerra del hombre contra el propio hombre! Creaturas obligadas a abandonar su naturaleza para convertirse en depredadores de su propia raza. Dicen creerse lobos, o alacranes o buitres; esa es la mentira que les han metido como las lavativas que tienen que experimentar algunos de ellos en los hospitales.
Algo ha llamado mi atención; es un sonido, ¡no, más bien como un canto! Me parece familiar, pero a la vez parece tan extraño en toda esta devastación.
¡¿Villancicos?!
¡Claro, son villancicos! ¿Por qué? ¿de dónde?
Pronto me pongo en movimiento y capto todo. ¡Están cantando! Se acercan y en sus corazones no hay engaño. Tan necesitados como solo un ser humano puede serlo. Nerviosos, como solo ellos.
Quiero ver más, quiero entender más, quiero ver dentro de sus ojos. Lo deseo tanto. Simplemente no dejan de sorprenderme, y quiero recordar todo.
¡Los veo, los puedo ver! Como niños inocentes, cautelosos se acercan ¡y también cantan! Cada uno en su propia lengua; pero que más da, pueden entenderlo todos ellos.
¡Estoy llorando, estoy llorando! La emoción es demasiado intensa que no puedo controlarme. Estas personas estaban mutilando sus almas y ahora cantan. Ja,ja,ja; no dejan de maravillarme.
Hoy nadie muere. Mira allí, el intento de suicida ha salido de su tormento y se sujeta a la vida. El perdido ha obtenido respuesta a su oración, y pega a su pecho el tesoro de su mano. Aquellos de allá comparten su pan y su vino. Esos otros intercambian fotos de sus más preciados. Y todos ríen, y yo rio con ellos.
¡Chocolates, muchos chocolates! un dulce gusto que empalaga el paladar; casi un balonazo me dan, las distracción de tal sabor me ha distraído del partido que disputan.
Ya no es el ensordecedor sonido de los cañones, ya no son alaridos de agonía; es el sonido de un ánimo renovado y gritos de ¡goooooooooooool!
¿Esto acaso es un milagro? Por fin puedo ver a la humanidad como es realmente. Han dejado de obedecer aquellas ordenes que hombres y mujeres, corrompidos, les daban. Ellos realmente no entienden todo esto; el por qué de esta matanza, el por qué ser un asesino de tu propio hermano, el por qué de acabar con los sueños de aquellos que nada les han hecho. La manipulación deja de tener valor para ellos, y regresan a aquellos días en que jugaban.
Cristo ha vuelto a nacer en el corazón de todos ellos este día. Yo puedo ver nuevamente aquella mirada llena de amor e inocencia que Eva tenía, y escuchar la risa sin malicia de Adán. Soy feliz de que por lo menos en un instante, la humanidad aún tiene esperanza.
* Durante la primera guerra mundial, en los primeros minutos de la madrugada del 25 de Diciembre del año 1914, la mayoría de las tropas del Imperio alemán cesaron hostilidades y comenzaron a cantar villancicos, como "Noche de paz", uniéndose en hermandad con sus homólogos del Imperio británico para iniciar una tregua llena de felicitaciones, regalos (alimentos, whisky, dulces, cigarros y otros objetos personales), cantos e incluso partidos de fútbol. Todo esto muy a pesar de la oposición de sus dirigentes, e incluso, bajo amenazas de acusaciones por alta traición.