Fulanito llega a casa después de un arduo día de trabajo. Lo único que quiere en estos momentos es descansar y relajarse. Se sienta cómodamente en su sillón nuevo y con su mano derecha toma el control de la tv, oprime el botón que le dará acceso a toda la información que necesita y...¡mmmmm!...que extraño...no pasa nada. Por un breve momento una sensación ligera de pánico se apodera de él, "apenas la acabo de comprar hace dos meses; ¡no puede ser!". Con impaciencia oprime una y otra y otra y otra...y otra vez el botón mágico pero no pasa nada "tranquilo, esto se resuelve con un movimiento secreto". Se acerca cuidadosamente al televisor... ¡CHANGGG!... un fuerte manotazo retumba en la pantalla de los sueños. Sigue sin pasar nada...mmm...mmm...que mala suerte. Regresa a su asiento derrotado. Su mano izquierda busca desesperadamente en cualquier lugar donde se posa una posible respuesta a su desventura. Y de repente encuentra la solución "un libro, ja ja, con esto ya no me aburriré". Saca sus anteojos de su estuche y se los coloca cuidadosamente "El ingenioso hidalgo...mmm...este libro vaya que me servirá". Toma con sus dos manos el volumen de edición especial y ¡PAMMMMM!; el libro salió volando y golpeando severamente el televisor. ¡Listo! los monitos de la tele aparecen ¡que felicidad!
Lee, leer,leer...un placer que es cada vez más exótico y extraño.
Es más raro encontrar al
valiente que con un libro en la mano recorre los más profundos secretos
de los escritores. Los podemos ver en las cafeterías, en el transporte
público, en el parque, en las bibliotecas...oh extraños seres.
Resulta preocupante que existan
menos lectores cuando la lectura es un placer indescriptible tal como
saborear un chocolate con nueces y pasas. Es precisamente por medio de
los libros que podemos conocer diferentes puntos de vista, visitar
lugares sin necesidad de ir físicamente a ellos, ampliar nuestro
criterio, aprender recetas de cocina y las ecuaciones de tercer grado,
ir hombro con hombro con los personajes de nuestros sueños, viajar por
el tiempo y presenciar los hechos históricos (aún deformados y
perfumados)...tantas posibilidades,pero aún así el lector es un ser en
peligro de extinción.
Recuerdo una anécdota bastante curiosa y
divertida. Cierta ocasión, estando en un museo de ciencia me percate que
se encontraba toda una tropa escolar haciendo un recorrido y guiados
por su carcelero en turno. Pronto un niño se salió de la multitud de
estudiantes y se apresuro a probar una de las exposiciones presentes (se
trataba de un equipo de catálisis química). Las instrucciones de su operación estaban claramente visibles, pero aún así el
niño con total seguridad comenzó a presionar todos los botones una y
otra vez con su mirada clavada en el equipo esperando
algo...¡asombroso!. No pasaba nada. En ningún momento leyó la ficha del
equipo. Corrió en busca de la profesora y la atrajo a la maquina
infernal. La instructora con total confianza y tranquilizando al niño
procedió a actuar. Como frenética apretaba los botones con fuerza una y
otra y otra...(cinco minutos después)...y otra vez con su mirada fija en
el artilugio imitando la actuación anterior de su pupilo. Y ya en
confianza los dos se unieron a tan singular orquesta. Al principio
resulto gracioso, pero después de 10 minutos que estuvieron haciendo lo
mismo...pues...la verdad. Lo impactante es que en ningún momento se
detuvieron a leer la ficha de funcionamiento (les hubiera llevado menos de un
minuto). Algo desconcertado me les acerque y les explique el manejo del
aparato.
¿Por qué se resistían con todas sus fuerzas a leer? Uno de los misterios que quizá jamas se llegue a conocer.
Lo aleccionador del asunto es que algunos no leen por que no saben y los que si saben...pues...algún día, quizá.
Las campañas de alfabetización han hecho
mucho para lograr que cada vez existan menos personas analfabetas, pero las campañas para hacer leer a los que ya saben
resultan menos fructíferas. Es más fácil tumbarse y ver televisión. Esto
no es malo, pero si es
lo único que se hace...no es nada bueno.
Por eso es necesario que como miembros
de la sociedad pongamos nuestro granito para que las próximas
generaciones adquieran el buen hábito de la lectura. Acostumbrar a los
niños más pequeños a estar rodeados de libros; que nos vean leer. Así al
comienzo el niño por curiosidad hojeara, rayara y mutilara los libros
je,je,je, pero después los disfrutara. El comienzo debe ser gradual. Yo no
estoy de acuerdo a que se impongan títulos que tal vez resulten pesados y
aburridos. Se le debe dar a elegir. Al principio seleccionara lectura
simple (como muchos "best sellers" que están de moda), pero poco a poco
sus gustos se harán más variados y complejos. Comenzara a leer libros de
historia, de ciencia ficción, de poesía, de ciencias exactas y de obras
teatrales.